Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2007
"De repente,y sin que el preso supiera como habia sido aquello,una fuerza invisible lo arrojó a los pies de la joven. Lloró y le abrazó las rodillas. En el primer momento la joven quedó sorprendida y su rostro se quedo lívido. Se levanto rapidamente y, toda temblorosa, miro a Raskolnikov; pero le bastó aquella mirada para comprenderlo todo. Una felicidad inmensa se leyó en sus ojos radiantes; no habia la menor duda de que aquel hombre la amaba con amor infinito. Por fin, habia llegado ese instante. Quisieron hablar y no púdieron. Los dos estaban pálidos y extenuados, pero en sus rostros enfermizos brillaba ya la aurora de la renovación, de un completo renacimiento. El amor los regeneraba; el corazon del uno encerraba un inagotable manantial de vida para el corazon del otro. Resolvieron esperar,tener paciencia. Les quedaban 7 años de estancia en Siberia. Pero Raskolnikov habia resucitado, y el lo sabia y lo sentia en todo su ser.Y Sonia ..., Sonia no vivia sino la vida de Raskolnik
Metro De noche en el metro se abre la puerta del vagón y aspiro el aire encerrado. Huele alcohol, señal de que alguien viene tomado o va tomando. Voy leyendo a Henry James y no me fijo en nadie hasta que escucho unos sollozos a mi derecha. Es el hombre que emana el olor, tiene la cara hinchada y una abertura en el cráneo, se limpia la sangre con una toalla con el logotipo impreso de HSBC. “Era rico y ahora soy pobre, me golpearon. Pero aun soy rico, rico del amor de Dios” , le dice a las dos muchachas de quince años que vienen enseguida. Nadie lo ayudamos y es tal vez porque viene increpando a todos. La mayoría de los asientos a su alrededor vienen vacíos. Me mira y dice: “maldito seas. ¿Qué dirías si vieras a tu madre golpeada? Perdóname, madrecita santa”. Sigue maldiciéndome y yo siento que el billete de cincuenta pesos que traigo en el bolsillo izquierdo me pica. Me llevo la mano instintivamente, como si ardiera o algo más. Sigue y sigue maldiciéndome, el olor a alcohol me llega ent
Martes 23 de octubre Supongo que algo que no me gusta del D.F. es que el otoño no existe, pasa desapercibido con un par de hojas muertas de la mano, como un fantasma que no quiere dejarse ver. Todo es verde, grande y verde, hasta días como hoy, en el que cae una helada en la mañana que nos cala en los huesos. No hay caminos amarillos ni atardeceres melancólicos, en cambio se tiene un frió imprevisto y un par de pájaros congelados en el jardín del departamento de abajo. Pájaros congelados, como algunas palabras, como la poesía que no nos sale de la boca porque no tiene ya caso. Me faltan versos para describir nada. Alguna vez escribí “¿de qué voy a hablar, si no creo en Dios ni estoy enamorado y todo lo demás me importa un carajo?”. Hay muchas objeciones que hacerle a la frase, empezando por el inmenso egoísmo a la que está supeditada; y supongamos que en estos caso no se aplica, así de simple. Pero aun así mi voz son pájaros congelados, avecillas muertas sorprendidas por el frió, tiesa
Sueño Me bajo del metro en la estación Copilco, como yendo a la facultad- De pronto las luces se apagan y me detengo para no pisar algo o caer a algún lado. Siento movimiento a mi alrededor y siento como de pronto el espacio se ha achicado: ya no estoy en la estación del metro sino en una pequeña habitación oscura. Veo una pequeña cabeza rapada; es un niño de unos siete años vestido con ropas sucias de indigente. Se burla de mi y comienza a dar vueltas y a correr por toda la habitación, el niño me desagrada profundamente. Siento un cuerpo menudo y más grande enfrente de mi; es una niña de doce años que viste sólo un camisón. Se acerca y en la oscuridad palpo uno de sus pequeños y duros pechos sin querer. Se lleva al niño de la mano, fuera de la habitación. Resuelvo que son hermanos. Me quedo agobiado en el cuarto y la oscuridad se siente pesada sobre mi espalda, como si fuera algo vivo y muy pesado, cómo un pulpo o una mantarraya gigante. Lloro desconsoladamente sin saber porqué. Salgo
Be water, my friend Las cuatro de la mañana. De la nada, el cielo aun oscuro comenzó a llenarse de voces agitadas. Murmullos al principio, muebles que se arrastran, puertas corredizas, risas deliberadamente ahogadas en alguna habitación. Los grillos que usualmente reinan en el silencio comenzaron a callar poco a poco, conforme la competencia por gobernar el día se volvía más obvia. Ya se prendían los inciensos para la oración de la mañana, ya se escuchaban los cilindros de cobre cantando una canción, golpeados por las manos de un novicio. Jet despertó de un salto. Jueves. Día terrible, ocupado. La oración matutina, los ejercicios normales. Después se lo llevaban aparte a la hora del desayuno. Su complexión robusta molestaba sobremanera al abate y le prohibían esa primera comida. “Debes ser delgado y rápido como un rayo” le decía todo el tiempo. Pero Tony tenia los huesos grandes, no era algo que estuviera en sus manos remediar. “El Gran Jefe”, seguía diciendo el abate mientras le jalab
Mucho hemos aprendido, tú bien lo sabes: cómo nos es quitado, cosa por cosa, todo aquello que no podía ser, la gente, las comarcas. Y el corazón no muere cuando uno creyó que debería, pero sonreímos, el té y el pan sobre la mesa. Sólo el remordimiento de no haber amado como se debe esa pálida ceniza de Sachsenhausen con un amor absoluto, que no está a la medida del hombre. . Czeslaw Milosz – Elegía para N.N.
Hay un poema secreto, Un dialecto sumergido Tras de una largo crepúsculo; Un vaso de agua clara, Un milagro pequeño De niños dioses Corriendo bajo el sol de pascua. Habla de noche detenida Con un voz que cantan santos Sobre una montaña indecorosa. Y ese canto es viejo De niebla y bosque, Con un antiguo sexto piso De espadas por paredes. Y es una alfombra blanca Donde llueve el mediodía, Una lluvia ceniza De flores albas y nevadas, Nardos y pechos de gorriones Trémulos de escondrijos claroscuros.