Un adolescente muerto de sangrado estomacal en el hospital Juárez




Mientras lo voltean para limpiar y embolsarlo propiamente
lo miro de frente sin querer
y por un segundo parece que él me mira:
los ojos a medio camino
entre leche y miel
tiene 17 o 18 años
y la boca abierta
como si fueran a escapar de ahí
un millón de abejas negras


"No está frío" dice el padre
"Está tibio" responde la madre
"Dios te bendiga donde quiera que estés" dice él
"Cuidate mucho a donde vayas" dice ella
como si acaso algún mal pudiera alcanzarlo

Por mientras
devoro con ansia matutina
una gelatina roja
de sabor indeterminado
(una gran mejora en la dieta hospitalaria)


Ella lo besa
escucho la succión de sus labios contra la frente
cuánta belleza caníbal hay en propiciar besos
sobre la carne de los muertos
(yo chupo la cucharita)


Ambos hablan por teléfono casi al unísono
"Ya murió mijo" dicen sin darse cuenta que dicen lo mismo
con las mismas palabras de cansancio y alivio


Pienso que ante la muerte sólo tenemos frases hechas
lugares comunes
tampoco se siente oportuno hacer de esto grandes reflexiones o ensayos
en general no se siente gran cosa
como no sea una nata de tristeza blanca invadiendo la mañana
de todas mis mañanas
manchando el resplandor rojizo de mi gelatina
en su vasito de plástico


¿Cómo librarme de ésta mirada
que observa pero no comprende?
(Viéndolo bien
era un muchacho muy bello)


Cuando me busquen por fin un día
detrás de una puerta cerrada por dentro
hallarán un corazón endurecido







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